Mayco Montiel
En este viernes santo, en el que se conmemora la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo, la ciudad de León entre fe, tradición y seguridad vivió y rememoró este acontecimiento importante en la humanidad, León caracterizado por ser un departamento muy mariano, demostró nuevamente su fervor y amor Jesús Nazareno.
Quien visitó la ciudad colonial, se dio cuenta de las diferentes procesiones que se realizaron en este día, empezando por el viacrucis de la Parroquia de San Felipe, a pocas calles, como tope, se divisaba el santo viacrucis del barrio Laborio, que con su Nazareno de túnica roja, desfilaba por todo su sector, más cerca al norte de León, se escuchaba el toque de otra procesión pasional, era el viacrucis de la iglesia de Guadalupe, el que iba acompañado de estampas bíblicas alusiva a la muerte de Jesús.
Un poco más largo de los lugares antes mencionados, se pudo encontrar el paso procesional de Jesús Nazareno de la Iglesia de San Francisco, que a paso lento bendijo el centro histórico de León, donde los asistentes a manera de meditación, rogaban por la paz y la reconciliación de nuestro país.
“Ante Jesús pedimos la paz en Nicaragua, le pedimos que nos de entendimiento a todos los nicaragüenses, que nos amemos unos a otros como el Señor nos manda”, expresó Monseñor Silvio Selva, de la Iglesia de San Felipe.
“Fundamentalmente vivirlo con piedad popular, segundo manifestando a través de las oraciones que va diciendo el sacerdote, por la paz y la reconciliación”, expresó el devoto Israel García.
Sutiava de Alfombras
Una tradición de antaño, son las famosas Alfombras Pasionarias, en la calle de las Alfombras, ubicada en el barrio de Sutiava, que año con año los pintores y artistas demuestran su creatividad religiosa, plasmada en imágenes a base de aserrín, dedicadas con amor a Jesús del Santo Entierro.
Con más de 70 años doña Elena Munguía, junto a su familia a pintado su calle con las alfombras pasionarias, quien expresó que para ella, esta tradición está llena de “amor y cariño”, Munguía sigue esta tradición de antaño por sus tías, quienes le dejaron este legado, la cual se sigue a través de sus hijos y nietos, “con mucho amor, con mucho cariño aunque no tengamos que comer compramos el aserrín” añadió doña Elena.
“Es algo muy bonito, significa mucho, le entregamos todo a Cristo, es una manera de darle todo, pero el se merece más, una manera de darle un diezmo, porque le damos tiempo”, expresó el joven Juan Quintanilla, quien sigue la tradición de sus abuelos y sus padres desde hace 20 años.
Una mezcla de amor, fervor, cultura y tradición es lo que se vive en la ciudad universitaria, donde las familias leonesas y de otros lugares del país acuden en paz y seguridad, gracias al trabajo policial que desde varios puntos de la ciudad están garantizando las y los policías, quienes ejecutan planes para que las actividades religiosas, comercial y de esparcimiento lleguen a buen término.